Un espacio destinado a charlar acerca del cine, saboreando una taza de café (puede que más), sentados en torno a una mesa. Por el simple gusto de hablar por hablar acerca de una pasión compartida por una reducida infinidad, así nomás como son estas cosas.

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lunes, 23 de marzo de 2009

LUCHAR CONTRA LA REALIDAD





"Bien, he luchado contra la realidad durante 35 años, doctor, y soy feliz de darme cuenta de que finalmente la he ganado para mi causa".

Elwood P. Wood



Otra de mis costumbres, aparte de las ya citadas en anteriores posts, es la de acudir al empleo de las servilletas de los bares para efectuar anotaciones. Como por el momento quienes regentan tales establecimientos no han dado muestras de contrariedad por el consumo que les hago sigo manteniéndola.

Dentro de mi método de archivo las anotaciones pasan por dos fases consecutivas. Una primera en la que permanecen guardadas en alguno de los bolsillos o, si gozan de mayor suerte, reposando en el interior de la cartera. Sólo si no las empleo rápidamente pueden correr el riesgo cierto de pasar a mejor vida dando vueltas dentro del tambor de la lavadora; de lo contrario acabarán en alguno de mis múltiples cuadernos.
Al procedimiento indicado hay que agregar el collage que conforman las notas post-it virtuales en el escritorio de mi ordenador (hace tiempo que no empleo las otras porque a la vista del monitor uno podía pensar que en cualquier momento iba a levantar el vuelo).
El caso es que hace un par de días, mientras rebuscaba en mi cartera, mis dedos tropezaron con una tarjeta de visita. Ya hacía tanto tiempo desde que había llegado a mi poder que prácticamente la había olvidado. En una sencilla letra de imprenta podía leerse un nombre, Elwood P. Wood, una dirección y dos números de teléfono, aunque sólo el segundo era el bueno puesto que el otro era el antiguo y, como consecuencia, si me diera por marcarlo nadie contestaría al otro lado. O al menos eso fue lo que me aseguró el individuo largirucho que me lo tendió cuando le abordé en plena calle para pedirle lumbre.






Acerca de ese hombre sólo recuerdo su sonrisa, su sonrisa y un detalle que atrajo mi atención: portaba un abrigo colgado del brazo, a pesar de que el sol lucía con calidez, y además llevaba dos sombreros. Naturalmente se entiende que sólo iba tocado con uno de ellos, puesto que el otro lo llevaba en la mano.
Al no disponer ni de encendedor ni de cerillas no pudo dar satisfacción a mi petición por lo que me despedí de él mediante un amable saludo, no sin volverme para observarle mejor cuando ya me había alejado un par de pasos.




La sensación de paz, y hasta concordia, que me envolvió tras el fortuito encuentro descrito me duró durante al menos el resto de la jornada. Un hombre, éste, bastante peculiar.
Muy peculiar.
Tras participarle la anécdota al señor Pond, éste, hombre que acostumbra a abismarse en sí mismo antes de proporcionar una respuesta, me miró con ojos brillantes mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. No acostumbra a reaccionar tan rápido por lo que deduje que algo sabía acerca del tema, por lo que aguardé a que me diera alguna explicación.

¿Sabes lo que es un pooka?”, me preguntó por fin. Como fuera que mi rostro le hizo comprender que a mí ni tan siquiera me sonaba tal palabra volvió a sonreír antes de continuar. "Es un duende de la mitología irlandesa. Según unos de carácter maligno, según otros simplemente un bromista. Suele aparecerse a la gente bajo una forma animal, caballo o conejo, por ejemplo, y, a veces, a los borrachines, como ese hombre con el que te cruzaste. Si no me equivoco aunque no pudiste verlo (para ello hay que creer en su existencia) a su vera se movía un conejo de unos dos metros de altura. Creo recordar que su nombre es Harvey".

La doble sorpresa que me provocó esta revelación, en parte porque el señor Pond conociera a aquel extraño y en parte porque ni por lo más remoto me esperaba algo semejante, no fue nada comparable al contenido de una nota que me pasó, después de garrapatear un texto en ella. "Toma, entra aquí y verás lo afortunado que has sido, sin siquiera imaginarlo".

Qué quieren que les diga. Desde entonces a veces siento la tentación de llamar al segundo número escrito en la tarjeta. Nunca al primero, puesto que éste, y eso me quedó muy claro, es el de su antiguo domicilio.





"El Invisible Harvey" ("Harvey", Henry Koster, 1950)



NOTA ADICIONAL: en la web El Poder de la Palabra podrán encontrar más información acerca de la filmografía de Henry Koster.

4 comentarios:

(!) hombre perplejo dijo...

Un ejercicio literariocinéfilo muy refrescante. Felicidades, Dexter. !)

Palabro: scoma
Film: -¿Qué peli es esa? -Es "Coma", de Michael Crichton.

BLAS dijo...

Jajajaja, me he reido con tu artículo, en parte porque me has recordado en lo de las servilletas la costumbre imborrable de mi padre... Siempre, y desde siempre utiliza las tarjetas para apuntar, desde números de tlf, hasta hacer cuentas, explicar una teoría X, o incluso realizar el esbozo de un plano... Lo malo es cuando te pregunta: "¿Has visto la servilleta donde apunté el otro día...?" Pero eso ya es otro tema.
Por otro lado, yo sí soy de poner Post-it no virtuales por todos lados, que al final quedan sepultados unos debajo de otros, hasta que finalmente quedan inútiles, ya que me cuesta menos encontrar lo que busco por otros medios... Lo de que vá a coger el vuelo tu monitor con los post-it, ha sido muy ilustrativo XDD... Y por supuesto, la historia que has contado sobre Harvey, muy bonita, aparte que todas las escenas donde esté James Stewart, siempre serán fantásticas, ahí jugabas seguro... Es increíble que un hombre trajeado con un conejo gigante bajo el brazo no resulte ridículo, pero no extraña si es Stewart... Le estaba permitido hacer lo que quisiera, siempre fué y será memorable en cualquiera de sus interpretaciones...

Me despido con la BSO de los Gremlins, aunque comencé con el tema de amor de Romeo y Julieta (Nino Rota)... ¿Me estará indicando algo sobre mi estado mental tu selección musical...? Creo que sí, las risas finales de los Gremlins me han convencido.

Saludos!!

G. K. Dexter dijo...

Se os saluda (!)Hombre Perplejo.

Es increíble a cuánta gente interesante puedes encontrarte por la calle si mantienes los ojos lo suficientemente abiertos... ;)

Un saludo cinéfilo.

Palabro: turnest.
Película: "Turnest, un hombre y su suestño"

G. K. Dexter dijo...

Blas

Suena Yo Yo Ma interpretando la melodía de "Los Intocables" (¿será que se ha olido mi próximo post?).

Bueno, yo para albergar las servilletas he acabado recurriendo a bolsas de plástico para almacenarlas. Ya estaba harto de que revolotearan tras emprender el vuelo desde la mesita a la menor ráfaga de aire.
Otra cuestión es la de encontrar lo que busco. Mi memoria, para ciertas cosas, aún es buena (al menos visual) mas las más de las veces acabo dándome cuenta de que la "servilleta crítica" ha acabado su periplo vital arruguñada en cualquier cenicero... de cualquier bar... Por eso he recurrido a utilizar varios cuadernos, varios bolígrafos, varios... ¡La hipertrofia del conocimiento elevada al infinito!
Ahora bien, cuando de vez encuentro algo que ni siquiera buscaba... ¡Qué alegría!

A los post-it los he acabado por susituir por documentos de Word... Porque lo de confeccionar una base de datos de Access no pasó del diseño previo... Es tan fría...

Sí que jugaba sobre seguro con James Stewart... Si es que hasta cuando interpretaba a un hombre ligeramente achispado a resultas de la ingesta de burbujitas de champán estaba genial.

Un saludo cinéfilo.