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domingo, 19 de octubre de 2008

UNA PEQUEÑA LECCIÓN DE ASTRONOMÍA

George Gamow (Odessa, 1904-Boulder, 1968) fue un eminente físico y cosmólogo estadounidense (aunque nacido en la URSS se nacionalizaría en el año 1940) que gozó de gran reconocimiento como investigador y divulgador (en la línea de Paul Davies, James Trefil, Stephen Hawking o Isaac Asimov).

George Gamow

Sin embargo además de por su calidad como científico destacaba entre sus colegas merced a la reconocida posesión de un gran sentido del humor, cualidad ésta que queda patente en el estilo presente en la redacción de sus artículos y libros. Algunos de estos últimos, “La Creación del Universo” y “Uno, Dos, Tres… Infinito”, fueron publicados en España hace algo más de una década por RBA, en una colección de bolsillo que se vendía con periodicidad semanal.
En el año 1948 envió un artículo a la Revista de Física (The Physical Review) en el cual desarrollaba una teoría sobre la formación de los elementos químicos como consecuencia de una gran explosión inicial, lo que se viene a conocer como Big Bang.
El artículo lo firmaban sus autores y desarrolladores de la teoría: el propio Gamow y su amigo Ralph Alpher. Sin embargo el ánimo juguetón de Gamow le empujó a incluir entre los autores a su colega, y amigo, Hans Bethe (in absentia), ya que de esa forma las iniciales de los apellidos de los firmantes coincidían con las tres primeras letras del alfabeto griego: alfa, beta, gamma.

... y ahora algo completamente diferente.

Hace unas semanas, al término de una copiosa cena que celebramos un grupo de amigos, justo antes de los postres, uno de los participantes recordó (cómo no, he ahí el don de la oportunidad) la hilarante escena del restaurante en "El Sentido de la Vida". Aquel memorable sketch, en parte gracias a su carácter escatológico, en el que un maquilladísimo Terry Jones interpretaba a Mr. Creosote, un genuino hombre-montaña en el sentido menos metafórico del término, que acudía a un restaurante francés a cenar. Más en concreto la parte que rememoramos fue la final. Aquella en la que el maitre, John Cleese, le proporcionaba al ya ahíto cliente una finísima chocolatina de menta con los resultados que cuantos hayamos visionado el filme recordamos perfectamente.
Eso me hizo pensar, al cabo de unos días, en las canciones incluidas en el filme. Entre ellas me gustaría destacar, tras un arduo proceso de selección, aquella en la que un Eric Idle vestido de punta en blanco trataba de convencer de las bondades de la donación de órganos a una mujer (por supuesto interpretada por Terry Jones).


"El Sentido de la Vida" ("The Meaning of Life", Terry Jones, 1983)


Después de haber visionado varias películas sobre la Segunda Guerra Mundial necesitaba, a modo de mecanismo de compensación, un poco de humor, tal y como ya indiqué en un anterior post.


Monty Phyton´s Fliying Circus

Nota final: se me olvidaba aclarar que en la mencionada cena yo personalmente no pedí postre.

4 comentarios:

Rumbonín dijo...

Los british y sus puñeteras chocolatinas de menta. ¡Es que no hay dios que las pase!

Saludetes:)

G. K. Dexter dijo...

No he tenido ocasión aún de "paladear" tal manjar. A pesar de que me encante el chcolate me inclino más por los bombones belgas.

Un saludo cinéfilo, Rumbonín. Gracias por pasarte.

Rumbonín dijo...

Yo trabajé varios años en una fabrica de chocolate y si, esoy de acuedo, como los belgas no se hacen en ninguna parte.

Saludetes.

De nada, siempre me paso aunque no siempre comente.

G. K. Dexter dijo...

¡Cuán curioso! Yo hago lo mismo.
Por si no lo leíste.

Un saludo cinéfilo, Rumbonín.
Seguimos leyéndonos.